jueves, marzo 28, 2024
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Estar bien, se siente bien

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

¿En alguna ocasión has experimentado esa sensación de llenura? Y no me refiero a aquella provocada por el mucho comer, sino la que nos queda después de lograr alcanzar alguna meta propuesta con anterioridad.

– Por fin compre mi casa- -Termine de pagar mi carro- -Logre finalizar mi carrera- -conseguí el trabajo que deseaba-

Que sensación tan maravillosa la que nos dejan los logros y las metas alcanzadas, esa motivación única que otorga comprender que tu esfuerzo valió la pena, que los tantos desvelos estudiando o trabajando horas extras alcanzaron su propósito.

Cuando objetivamente aterrizas tus sueños y logras darles claridad a las ideas, verdaderamente suceden cosas, las cosas que posiblemente para muchos eran locura, necedad, o desvarió, lo que solamente tú en lo profundo de tu corazón arraigaste y a pesar del cansancio, el estrés o la desilusión lograste ver cumplido, ese momento, ese instante después de haberlo logrado, es el mejor momento de tu vida.

Cuando al fin respiras, cuando corre esa lagrima no planeada, cuando levantas el rostro y agradeces, ese momento único y especial es tu mejor momento.

Lo que sigue es tener claro por un lado ¿Qué pudo hacerte llegar a ese estado? Y por el otro ¿cuándo debo iniciar la siguiente carrera y buscar la siguiente meta?

Disfrutar un logro te hace estar bien y sentirte bien, pero para que el logro sea verdadero tienes que tener claridad acerca de lo que tuviste que hacer para alcanzarlo.

Repasemos esto; normalmente la intención de llegar a alguna parte es provocada por una necesidad, permítanme explicarme:

Voy al cine, porque necesito entretenimiento, estudio porque requiero conocimiento, trabajo, por autorrealizarme, busco una pareja, porque necesito desarrollo y estabilidad emocional, viajo, porque hacerlo me da libertad, en fin, cada paso que doy busca un mejor estado.

Es decir; nos mueve el amor por la vida, la necesidad de mejorar las condiciones que se presentan, superar nuestras propias expectativas y probar inicialmente a nosotros mismos, que somos capaces de lograr subir otro peldaño, dejarle saber al mundo que estamos en movimiento dispuestos a lograrlo todo.

Claro que siempre está la otra cara de la moneda, el que vive por vivir, que no aspira nada, que no mueve nada, que no va a ninguna parte que no le importa nada y que no mueve la mano ni siquiera para mecer la cuna, pero aclaro que, quién tal hace, su proceso de vida lo llevará inescrupulosamente al fracaso y definitivamente, no abra a quién culpar. Pero insisto, no tiene que ser así.

Vivir es maravilloso y nada nos obliga a seguir los modelos fallidos. El corazón y la razón pueden actuar en contubernio, darnos los motivos suficientes para seguir y buscar ser mejores cada día, abrir la siguiente puerta y abrir tantas como sea necesario abrir para encontrar el camino correcto por seguir.

Dios nos ha provisto de todo lo necesario. El camino que se anda se vuelve camino conocido y cada camino que tomas te conecta a uno más y a uno más y a uno más.

De manera que, el momento correcto entonces para dar el siguiente paso y buscar la siguiente meta es claro: El momento es ahora y siempre. 

Que te detiene, que te lo impide, comienza por soñarlo, visualiza un objetivo con claridad, con detalle y comienza a hilar, entreteje tus sueños, tus anhelos, con esperanza, con determinación y entonces presenta tus motivos, dales nombre, establece un tiempo, un principio y un final, cuando estés listo, comienza a andar con los ojos fijos en tu objetivo y que nada te detenga hasta alcanzar y ver logrado tu sueño hecho realidad.

Es así de simple, dicen por ahí que, querer es poder.

Muchas gracias.

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