jueves, marzo 28, 2024
Opinión

La trascendencia de nuestra vida

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Permítanme dar inicio con un poema de mi autoría.

 

Las sazones de esta vida

 

Las sazones de esta vida,

de alegría esta mi alma henchida,

la razón y el sentimiento,

alterno descontento.

 

Cordura y transigencia a puños,

regar deseo en mis terruños,

De frente van mis sentimientos,

uno a uno hace cimientos.

 

Nada es fácil, todo aquí me compromete,

si fracaso una vez, sean dos sin brete;

he de cometer torpezas.

mirar atrás no puedo, ya no hay sorpresas.

 

Victoria y fracaso divergen,

líneas dispersas, distantes que emergen,

tantos sabores.

Plenitud de versos y de amores,

esta vida, sus sazones,

tantos colores y razones.

 

La sazón que adquiere la tierra con la lluvia enriquece la semilla, que en poco da madurez y consistencia al fruto por cosechar.

La semilla que cae en buena tierra germina, al brotar, absorbe agua y se hincha para dar paso a una nueva planta, que al echar raíz fuerte crece, madura y da un buen fruto, sabroso, atractivo a la vista y al tacto.

Conocemos bien la fruta, poco la semilla y mucho menos el campo de donde ésta haya salido, pero sin duda alguna esperamos un buen sabor, deleite y frescura al paladar.

Así es la vida, si es que se me permite el símil, una semilla en busca de buena tierra que permita un buen germinado y entonces una raíz fuerte que crezca sana y de un buen fruto por cosechar.

La tierra que se prepara a tiempo, con dedicación y esmero, será por supuesto buena; la que no, en tierra árida, seca y carente de vida se tornará. Nuestra vida, espera en muchas formas ser bien alimentada, fortalecida y tratada.

En tantos y tantos momentos el agua escasea, nos parece eterna la noche y tan poco el remanso, pero aquí estamos, a lado nuestro siempre habrá quien nos de aliento y fortaleza, no estamos solos y tan poco acabados.

Sí, es verdad, el cansancio en ocasiones nos pesa tanto, como dando el paso a cuesta con el pie descalzo.

Cuando la noche es más oscura, el sol está por despuntar, nunca es permanente la noche, la oscuridad se disipa cuando el astro rey con su brillo aparece; entonces, nuestra vida, cual buena semilla, tiene oportunidad de crecer fortalecida hasta dar un buen fruto que cosechar.

Es mejor ver al horizonte, buscar el punto más lejano y echar a caminar, paso a paso, como dice el bardo, se hará el camino, lo mejor de nuestra vida está por llegar; es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Cuando caminas por fe y con esperanza, los obstáculos desaparecen de tu vista, cuando dejas de ver los problemas de frente, tu mirada puede situarse en la esperanza y de esta forma encontrar con mayor facilidad la respuesta que buscabas; concentrarte todo el tiempo en las cosas difíciles o que te causan problemas te hace flaquear, lo mejor es concentrar tu mente y tu corazón en las cosas que te dan paz y estabilidad, ver tu vida desde otra perspectiva, desde la de la fe.

Tendrás opciones, clarificaras las cosas y podrás cambiar el rumbo del camino cuantas veces sea necesario.

Justamente ahora, en este tiempo que nos tocó vivir, ha quedado expuesto lo mejor y lo peor de la humanidad, se hace sencillo decidir, entonces, el rumbo a seguir, para bien y mejor, nunca hacia atrás.

Mi madre padeció cáncer durante al menos 18 años; recuerdo algo que me impactaba de ella, cada día por las tardes iba a verla y, a pesar de su enfermedad, de su dolor físico y de todo aquello que padecía, siempre se daba tiempo para escuchar lo que tuviera que decir; para ella era importante escucharme y para mí era un deleite escucharla a ella.

Después de algunos años, meditando en ello, resolví que lo que ella hacía no era tan sólo un acto de amor de madre, evidentemente es lo primero que pensé, pero al final comprendí que iba mucho más allá.

Naturalmente me amaba con un amor único, pero lo que ella hacía, con aquellas largas platicas, era comprender el estado de mi vida, al tiempo que aprovechaba para transmitirme las más ricas experiencias de la suya.

Todo lo aprendido en el camino, tantas experiencias acumuladas, lograr una posición en el corazón de muchos, lo que ella hacía con aquellas platicas era trascender su vida en mí.

¡Que maravilloso!, esa experiencia me permitió comprender que nuestra vida por mucho o por poco cumple un propósito universal.

Nos debemos no tan sólo a nuestros motivos, sino que tenemos la oportunidad de llegar más allá del presente que vivimos.

La palabra trascender, se define de tres formas muy interesantes, la primera definición de trascender, en el diccionario de la real academia de la lengua española, es exhalar olor tan vivo y subido, que penetra y se extiende a gran distancia.

Otro significado de trascender en el diccionario es dicho de algo que estaba oculto, empezar a ser conocido o sabido.

Trascender es también, dicho de los efectos de algunas cosas, extenderse o comunicarse a otras, produciendo consecuencias.

Ahora, de acuerdo con estas tres definiciones, pensemos que es lo que diferencia al hombre corriente de una persona “que trasciende”.

Pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y dejar un legado a través de su vida misma, trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad.

No es necesario ser iluminados espirituales para trascender, una persona que ayuda a otra cuando la ve en apuros ya está trascendiendo, una persona que realiza un voluntariado está trascendiendo, una persona que escucha a otra contarle sus problemas con verdadero interés y da consejos para aliviarla trasciende, y así en todos los actos de bondad que los humanos realizamos a diario.

También una forma de transcender, aunque no lo creamos, es el mero hecho de conversar con la gente.

Hoy en día apenas conversamos con nuestros conocidos, vecinos o familiares, siempre vamos enganchados a los móviles o a Internet, pero esas conversaciones no son verdaderas en el sentido “espiritual” de la palabra.

Hemos perdido el contacto humano que hace que la conversación sea un placer y una forma de intercambiar energías e ideas que poco a poco tiende a desaparecer.

El tiempo que, como padres, invertimos para conversar con nuestros hijos, por ejemplo, sembrara en ellos seguridad, buenos recuerdos y los mejores tesoros en su corazón, tesoros que el día de mañana, cuando enfrenten situaciones difíciles, serán lo que les impulse a salir avante.

Un sinónimo de trascender es emanar, lo que me hace pensar en aquel proverbio del rey Salomón donde decía: Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído para escuchar mis razones; no las pierdas de vista, guárdalas en lo más profundo de tu corazón. Ellas son vida para quienes las hallan, son la medicina para todo su cuerpo. Sobre toda cosa, guardada, guarda tu corazón, porque de él emana la vida͟.

Cuando conversamos con las personas que amamos vertimos en ellos experiencia y conocimiento.

Es por lo que debemos cuidar que nuestras palabras y nuestras acciones no luchen entre sí, la congruencia de nuestra vida es un gran legado y es uno que nuestros hijos, nuestros cónyuges, nuestros amigos apreciarán y recordarán toda la vida.

Todo lo que hacemos, para bien o para mal, trascenderá nuestra vida, aprovechemos bien nuestro tiempo, todo momento, teniendo claro que, nuestras palabras y nuestras acciones, siempre serán nuestro mejor legado.

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