viernes, marzo 29, 2024
Opinión

No por mucho madrugar…

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

No por mucho madrugar amanece más temprano, reza el sabio refrán popular. Hablando de sabiduría, el rey Salomón decía: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

La vida en su plenitud es un campo fértil, listo para ser sembrado. No es con prisa ni con afanes que llegaremos primero a la meta, cada día trae consigo su propio afán, cada día deja su propia huella, el camino diario se verá resuelto.

No es dejar pasar o hacer las cosas sin interés de mejorar, más bien, dar a tiempo tu mejor esfuerzo; una cosa a la vez y entonces se verá con claridad el camino, una cosa a la vez aprovechando bien nuestro tiempo.

Vivir plenamente con asertividad, motivación y una correcta actitud, requiere que vivamos íntegramente cada día de nuestras vidas; cómo aprovechemos el tiempo hará la diferencia.

El tiempo no se puede ahorrar, repetir o postergar, sino que pasa, no retrocede y es imposible de recuperar; un día a la vez y nuestro mejor esfuerzo entonces.

Mire usted, la vida tiene un orden primordial a seguir y cuando éste se rompe todo entra en caos y desilusión, este orden es sencillo y además propuesto por Dios mismo: “Busca primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá a ti por añadidura”.

Esto es así, sea Dios el primer lugar en nuestras vidas, después la familia y en seguida todo lo demás, trabajo, amigos, sociedad, negocios, búsqueda de satisfactores, vacaciones, etc.

Analicemos con detenimiento lo que les expongo; darle a Dios el primer lugar en nuestra vida implica liberarnos del peso de sentirnos creadores y dejar que, quien sí lo es, ocupe su lugar; de manera que en forma natural demos paso a la fe la esperanza, la fe y los sueños de vida.

En seguida viene la familia, y quiero, en este momento con mucho amor y respeto, decir que ni el trabajo, ni los amigos, ni los negocios, ni los grandes sueños, ni el éxito, son más importantes que la familia.

La experiencia de vida más grande para los seres humanos es la familia, el lugar donde los principales valores son sembrados, donde la verdadera diplomacia, política y hechos de justicia son alimentados y posicionados en nuestros corazones.

Si pensamos un momento con toda honestidad cuál ha sido el verdadero resultado cuando hemos tomado una decisión, consciente o inconscientemente, de darle más tiempo al trabajo que a las ocupaciones externas que a la familia, descubriremos que el resultado final ha sido devastador; perdemos el rumbo de las cosas, nos alejamos de nuestro cónyuge, de nuestros hijos, de nuestros padres, como hijos dependientes, de los sueños primeros y de nuestros verdaderos objetivos, los primarios, los que dieron pie a los verdaderos cambios, la primer motivación.

Es así como digo: ¡ojo!, mucho ojo, porque el tiempo, como ya lo mencionamos, no detiene su paso por nada y que terrible cuando llegan los años viejos y nos damos cuenta de todo lo que dejamos por hacer, las oportunidades que dejamos pasar, de estar con nuestro cónyuge, con nuestros hijos, escucharlos, verlos crecer y desarrollar sus propios sueños.

Lo que no lograste hacer o resolver de las 8:00 a las 20:00 horas tampoco lo resolverás de las 20:00 a las 8:00 hrs. Es importante, entonces, darle espacio al descanso, tu mente necesita cambiar de ambiente constantemente, no hay nada cómo llegar a casa o salir a cenar con la familia, o simplemente reunirse a la mesa y contar cada uno sus experiencias vividas en el día; puedo asegurar que, entre todo eso, tus ideas serán refrescadas y seguramente encontrarás la solución que no encontrabas para los asuntos que dejaste pendientes.

En el orden de la vida lo que sigue es vivir, cuando cuidas el fuerte y los cimientos de tu vida están fundamentados en la roca firme; entonces, estamos listos para que todo lo demás llegue oportunamente a nuestras vidas y, además, bien recibidas como añadiduras a la sabiduría, al entendimiento y a la razón.

Que tengan la dicha de encontrar lo mejor de sus días.

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