jueves, marzo 28, 2024
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Nuestros afanes

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

No por mucho madrugar amanece más temprano; reza el sabio refrán popular.

Hablando de sabiduría el rey Salomón dijo que: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

La vida en su plenitud es un campo fértil, listo para ser sembrado. No es con prisa ni con afanes que llegaremos primero a la meta; cada día trae consigo su propio afán, cada día deja su propia huella, el camino diario se verá resuelto.

Permítanme compartirles una experiencia que tuve hace un tiempo. Ciertos amigos hicieron favor de invitarnos a su casa, para compartir una carne asada. Un matrimonio muy alegre y, además, buenos para la parrilla.

En mi amplia experiencia como comensal, he aprendido que la preparación de los alimentos, en cualquiera de sus estilos, desde lo gourmet hasta lo campirano, demanda paciencia, buen gusto, creatividad y el ingrediente principal a mi parecer es, hacer las cosas como en todo, con mucho amor.

El peor error o, uno que en especial jamás debes cometer al preparar alimentos es, tratar de apresurar los tiempos, acelerando los procesos de preparación, darle a cada asunto su tiempo, la atención que precise y el cuidado que se merece, es de particular importancia.

De manera que, estos amigos, nos invitaron a su casa con la intención de prepararnos un delicioso menú a base de finos cortes, alitas de pollo y ensaladas y una gran variedad de exquisitas salsas preparadas por ellos mismos.

Mientras la esposa (Silvia) preparaba unos deliciosos aderezos para las ensaladas previamente elaboradas por ella, Raúl (el esposo) se encargaba de la parrilla. Me llamo particularmente la atención, la forma en que Raúl preparaba todo en el asador, primero coloco carbón vegetal en un recipiente especial para precalentarlo, mientras esté alcanzaba la temperatura deseada, preparo en un molcajete una deliciosa salsa a base de chile piquín y aceite de oliva.

Una vez que el carbón estaba en su mejor momento, lo esparció en el asador, colocándole inmediatamente después, trozos de madera de ébano y nogal para ahumar la carne, cuando el carbón y la madera alcanzaron el punto exacto de preparación entonces comenzaron a caer las alitas alrededor de la parrilla justo

sobre el carbón y bueno, no tengo que explicar la calidad de los aromas que se esparcieron por todo el lugar.

De manera especial me llamo la atención, que en todo momento Raúl se mantuvo firme en cuanto los tiempos de preparación de todo cuanto hizo, nunca se dejó influenciar, ni por el clima, la hora, las expresiones de todos en la mesa, la presión de los niños o el gordo queriendo meter mano en el asador para atracar las alitas, nada de eso lo distrajo, él respeto sin afán alguno los tiempos, teniendo claro que cada cosa que hacía, en su momento lograría el mejor resultado.

Me parece que no necesito explicar, cuál fue el resultado final de ese tiempo de espera, tan solo diré, que nos gozamos y en gran manera, con las alitas, la picaña, los tacos, las salsas y hasta el último de los postres.

Vivir sin afanes, no es dejar pasar o hacer las cosas sin interés de mejorar, más bien, dar a tiempo tu mejor momento, justo en el momento correcto.

Una cosa a la vez y, entonces se verá con claridad nuestro camino. Una cosa a la vez, aprovechando bien nuestro tiempo.

El apóstol Pablo dijo, allá en la carta a los Filipenses: “Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”.

En las escrituras encontramos la palabra afán para describir las preocupaciones, la palabra afán, viene del griego merimnao; significa estar ansioso acerca de, tener un cuidado que perturba o, preocuparse.

Según lo que decía Pablo en realidad es importante que nada nos preocupe, antes debemos presentar nuestras peticiones a Dios en toda oración, y dando gracias a Él en todo.

Notemos que Pablo nos insta a presentar nuestras peticiones, no nuestras preocupaciones delante de Dios. Necesidad y preocupación son dos términos realmente diferentes, que con frecuencia y descuido a menudo mesclamos.

Vivir plenamente, con asertividad, motivación y una correcta actitud, requiere que vivamos íntegramente cada día de nuestras vidas, es decir; en completa paz, sin prisa, pero si, enfocados en alcanzar cada meta con el mejor de nuestros esfuerzos, sin dejarnos llevar por el afán o el control emocional de la preocupación que no es otra cosa sino, incertidumbre y temor por nuestra supuesta incapacidad de alcanzar nuestros objetivos.

El tiempo no se puede ahorrar, repetir o postergar, sino que pasa, no retrocede y es imposible de recuperar.  Es por esto, por lo que decimos que, a cada día hay que darle su propio afán, su especial atención y dedicación, cuando corremos es más fácil tropezar y descuidar los detalles, perder la atención a lo que realmente la merece.

Tu familia, tus amigos, tu trabajo, tus estudios, tus finanzas, tu tiempo esparcimiento y de meditación y aprecio por lo que hasta aquí has logrado y lo que aún necesita especial cuidado. Todo merece respeto, amor, estabilidad y calma.

Un día a la vez y nuestro mejor esfuerzo entonces. Dale a cada día su propio afán.

Bendiciones.

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