sábado, febrero 8, 2025
Opinión

Nuestros hijos

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista. Michael Levine (Escritor estadounidense)

En cuantas ocasiones habremos escuchado o tal vez dicho, aquella frase que dice: “Yo sería capaz de hacer lo que fuera por mis hijos”

Hay frases que se convierten en trilladas o clichés, frases o dichos que sin pensar utilizamos simplemente por llenar un espacio o justificar la ausencia de…

Tal como lo expreso el escritor Michael Levine, tener hijos no nos hace padres, ese es un título que debemos ganar con esmero, amor y mucha dedicación, de lo contrario no seremos más que los portadores de la semilla, que, en términos reales, esta pudo ser de probeta. 

Mire usted, el rey David decía que: “Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.”

Es decir, los hijos no tan solo son una autentica bendición para nosotros padres, sino que, además, constituyen fortaleza y esperanza para nuestra vida.

Los hijos no son trofeos, tampoco son objetos. Muchos padres cometemos el error de buscar realizarnos a través de nuestros hijos, pero este sentimiento es incorrecto, es decir; no esperemos que nuestros hijos hagan lo que nosotros no logramos hacer o sean quienes no logramos ser, porque haciendo esto, sin darnos cuenta cargamos sobre los hombros de nuestros hijos, cargas que no les corresponde llevar y es cuando sin darnos cuenta, los obligamos a estudiar la misma carrera que nosotros o a trabajar en el mismo tipo de trabajo, o a vestir o hablar o pensar como nosotros y no es así; instruyamos a nuestros hijos con amor, con paciencia y en especial, considerando de gran valor sus inquietudes y valores propios, ellos o ellas, sabrán apreciar nuestra confianza.

“Un buen padre vale por cien maestros.” Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.

La posibilidad de ser nosotros quienes aporten conocimiento y experiencia de vida a nuestros hijos es valiosísima y verdaderamente un regalo divino. Tengamos en cuenta siempre que todo lo que nosotros no busquemos enseñar a nuestros hijos, alguien más lo hará y de ser así, no esperemos entonces que el camino que decidan seguir sea el mejor o el correcto.

En la actualidad, vivimos abrumados y sobre saturados por todo tipo de información a través de las redes sociales, muchos padres han optado por mejor no meterse en esos temas, pero es importante que hablemos el mismo lenguaje que nuestros hijos, que nos mantengamos en la medida de lo posible, actualizados en cuanto a lo que sucede en el mundo desde la óptica de las redes sociales. Desafortunadamente, no toda la información que corre en ese inmenso mar de información es correcta o positiva.

Permítanme compartir esta reflexión personal con ustedes. He descubierto que la mejor comunicación con mis hijos resulta, cuando permito que sean ellos (as) quiénes con sus propias experiencias y palabras, me expliquen su visión del mundo. Es decir; si quiero conocer lo que pasa por la mente de mi hijo (a), o lo que está viviendo en diferentes circunstancias tales como; por ejemplo, la escuela, el noviazgo, los amigos, etc., entonces, simplemente se lo pregunto y dialogo con él, en forma natural dejo que él (a) exprese su sentir sobre tal o cual situación, le pregunto, por ejemplo, (no lo interrogo) —¿Y a ti que te pareció tal cosa hijo (a)? o ¿Tú crees que tal situación es correcta? o ¿Cómo ves lo que están haciendo?

Simplemente motivo la conversación con mi hijo (a) y lo dejo expresar las cosas desde su óptica, buscando la forma de compartir con él o ella, diversas experiencias y en cada momento aprovechar las brechas para verter en su vida información, conocimiento y valores suficientes, para llenar su corazón de buenos tesoros de vida, que le permitan caminar confiado (a).

Los hijos son el reflejo de nuestro compromiso y dedicación hacía ellos o ellas, no nos toca decidir en su lugar, nuestra labor es instruir, edificar y ser su fortaleza en todo momento y ocasión, que siempre sepan que estamos para ser su apoyo incondicional.

Pablo el apóstol nos recomienda no exasperar a nuestros hijos, para que no se desalienten y en cambio, ser ejemplo de amor y virtud para ellos (as).

Ser padres es una labor de tiempo completo y una vez padres, siempre padres.

No importa cuánto crezcan los hijos (as) estar a su lado apoyándolos (no solapándolos) será nuestro mejor legado.

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