Privan tristeza, injusticia e impunidad a un año del feminicidio de Jessica Sevilla
*José Ángel Gutiérrez López*
A un año del feminicidio cometido contra la doctora Jessica Sevilla Pedraza, los vientos de tristeza, dolor, injusticia e impunidad acometen a su familia en el municipio de Otzolotepec, tras su desaparición en Xonacatlán y posterior hallazgo sin vida en Huixquilucan.
Hasta este domingo 5 de agosto, al cumplirse 12 meses del asesinato de la mujer, quien fue hallada decapitada y con el rostro desollado en localidad El Hielo, paraje Piedra Larga, Huixquilucan, la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) no tiene avances en las investigaciones.
Familiares de la víctima encabezados por Abel Sevilla Morales y Juana Pedraza Benítez, sus padres, celebraron hoy el primer aniversario luctuoso mediante rezos y colocación de ofrendas florales en el panteón de Santa María Tetitla, donde yacen los restos mortales.
La Fiscalía sólo ha informado que la fauna nociva del lugar del hallazgo carcomió la piel del rostro de la mujer, una versión que no convence a nadie, porque la culpa fue de una mano humana con extrema violencia.
“Vamos a seguir luchando, aunque no tengamos respuestas de las autoridades, porque no voy a dejar que quede sin aclarar el asesinato de mi hija”, señaló Juana Pedraza, quien la recuerda como una persona alegre, por ello no entiende la saña con que fue ultimada.
La madre hizo una exigencia pública, porque quiere justicia para Jessica, al estimar que ni al peor criminal le han hecho tanto daño como a la médico, quien a sus 29 años dejó en la orfandad a su pequeño (hoy de dos años y medio) y bajo el cuidado de la familia.
Como se recordará, Sevilla fue vista con vida la última vez el viernes 4 de agosto de 2017 en una gasolinera ubicada en la delegación San Antonio, municipio de Xonacatlán, a bordo de su automóvil Mazda rojo, con un acompañante identificado como José Javier “N”.
Datos reales, lejanos a versiones de algunos medios, establecen que la doctora desapareció a las 15:00 horas, aunque la madre se enteró hasta las 21:00, pero no por las autoridades, sino por parte de una compañera de trabajo del hospital Vicente Guerrero de Xonacatlán.
La última ubicación de “Jessy”, como la llamaban de cariño, se supo por las declaraciones de José Javier ante doctoras de ese hospital, donde ella laboraba en el área de urgencias, lugar al que José Javier llegó con una herida de bala alrededor de las 19:30.
Esa herida por impacto de arma, de acuerdo al relato del acompañante en 2017, se produjo cuando sujetos plagiaron a la doctora mientras a él le disparaban.
Para la tarde-noche del sábado 5 de agosto, Jessica fue encontrada sin vida en aquel paraje de Huixquilucan, donde se desató esa cadena de inconsistencias tanto en las investigaciones como en el móvil del crimen.
El “alta voluntaria” que solicitó el acompañante deja incógnitas, sobre todo porque no hubo presencia del Ministerio Público ante un caso de herida con arma.
Jessica, quien en vida también laboraba en el Centro Médico de Toluca, en Metepec, así como en un consultorio particular en San Antonio, Xonacatlán, sigue vigente entre su familia y compañeros de profesión, por lo que todos aguardan castigo contra el o los culpables.
Aunque a la fecha no hay ningún detenido o una orden de aprehensión por el feminicidio, la familia pugna porque la Fiscalía haga su trabajo y no repita el discurso de cada visita, en el sentido de “seguimos investigando”.
Al costado de la tumba de Jessica, el mensaje en una vinilona redondea la lucha de la familia: “No te hemos olvidado, seguimos exigiendo justicia”.
