viernes, abril 19, 2024
Opinión

Una vida sana, es una vida alegre

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*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

En primera instancia, hablar de la importancia de tener una vida sana, nos lleva más allá de lo clínico. Una vida sana es una vida plena, una vida que goza de salud, pero no tan sólo física sino, mental, anímica y espiritual, es decir, una vida capaz de desarrollarse en forma integral, que avanza, que lucha, que mantiene un estado vivace.

Vivir en sintonía con el entorno que nos rodea es vital. El temor por el acontecer diario va menguando poco a poco nuestra métrica anímica, los factores económicos nos convierten en expertos observadores de los hechos, mientras que las afectaciones del medio ambiente, la ausencia de valores que se percibe en el cerco social que vivimos, así como la facilidad desarrollada por las nuevas generaciones de esgrimir la prestanza.

(Proeza. Traducción del italiano) y la verdad, nos impiden amar y valorar lo que tenemos y quienes somos.

A mis 53 años de edad entendí, por ejemplo, lo bien que me hacían sentir al menos psicológicamente, los fármacos que el médico me ha recetado cada vez que aparece algún tipo de mal en mi salud, de pronto sin percatarme de ello, estaba consumiendo cada día dos pastillas para el colesterol alto, una más para los triglicéridos altos, otra para la mala circulación, la que previene la diabetes, la de la rodilla que me operaron y mis vitaminas para sentirme fortalecido por aquello del stress, jajajaja; disculpen, no lo pude evitar.

La realidad es que, tuve que entender que a pesar de todo, los medicamentos cumplen una función muy especifica, pero de ninguna manera hacen de mi vida una vida saludable, por el contrario aunque clínicamente me generen algún bien, mentalmente sin darme cuenta me estaban afectando en lo emocional, ya que, me percibía débil y conforme con la situación, pero gracias a Dios he entendido que la verdadera salud en la vida da inicio en el estado de nuestro corazón.

Permítanme explicarme. Mi esposa es muy disciplinada con el asunto de las dietas, pero sobre todo con el ejercicio, después de mucho, pero ¡Mucho! Tiempo de insistirme, por fin logro llevarme al gimnasio para hacer ejercicio, poco a poco ha logrado modificar ciertos vicios en mi dieta y bueno, la realidad es que, para un servidor, estos eran exactamente el tipo de asuntos que no me robaban el sueño, que no requerían contemplación alguna, craso error. Con honestidad, fue tan sólo un momento de lucidez, de claridad mental y espiritual, los que me llevaron al entendimiento de algo muy significativo y sin igual, importante a todas las edades y se los comparto.

Hablando de trascender, de ir más allá de los promedios, de fijar y alcanzar metas claras y objetivas, la realidad es que, sin una buena salud, como dicen por ahí, lo de más, es lo de menos.

La mente que no piensa con claridad, que se ve impedida por el estrés, el desequilibrio, el temor y la angustia o el corazón sólo y apocado, así como el cuerpo enfermo y descuidado, son tan sólo signos de la ausencia de paz que vive nuestra sociedad actual.

Una vida sana es el reflejo de una vida llena de paz, de orden, de equilibrio. El primer bienestar del ser humano es tener paz en su vida, con su familia y con el entorno que le rodea.

El segundo bienestar para el ser humano será la posibilidad de cambio. Saber que, sin importar cómo se den las cosas delante nuestro, ya sea de la forma fácil o difícil, la posibilidad de cambiar de camino o decisión, de levantarnos después de un tropiezo e intentarlo de nueva cuenta, estará vigente en todo momento, a esto le llamamos resiliencia.

Una vida sana, es una vida alegre, es un tiempo marcado de ilusiones y buenos deseos. Una vida sana es proactiva, mantiene el impulso de seguir intentando. Conocer nuestras debilidades en realidad nos hace fuertes, conocemos sin velo delante, lo que nos daña y no nos conviene, lo siguiente es hacer a un lado todas aquellas prácticas fútiles que en nada edifican nuestras vidas.

De manera que, una vida saludable es posible y al alcance de nuestras manos, el medio apropiado, un corazón dispuesto al cambio, una mente clara y libre de prejuicios y una voluntad inocua, deseosa de bien.

“Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos.”, Rey Salomón.

Todos conocemos la famosa cita de origen romano, “Mens sana in corpore sano.” Y es que, para estar saludables a nivel mental, el cuerpo es una parte esencial. Desgraciadamente en la sociedad actual, aunque a primera vista parece que mostramos un gran respeto por la salud, en realidad llevamos una forma de vida tan desequilibrada que el daño que nos causamos a largo plazo es mayor del que nos imaginamos.

Vivimos a toda velocidad y empujamos nuestros cuerpos más allá de sus capacidades.

Ignoramos los mensajes de dolor y fatiga de nuestros hasta que se convierten en problemas médicos más serios; buscamos soluciones rápidas y formas de enmascarar los síntomas para que podamos seguir, sin perder una onza de productividad. Parece que hemos olvidado que la buena salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que implica un estilo de vida y una actitud mental saludables.

“La mente tiene una gran influencia sobre el cuerpo, y las enfermedades a menudo tienen su origen allí.”, Jean Baptiste Molière.

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