Día de Muertos, una celebración que trasciende la muerte
*Gaby L.C.*

Cada año, al llegar noviembre, México se cubre de color. Las flores de cempasúchil pintan los caminos, el aroma del incienso invade las calles y las casas se llenan de velas que iluminan el camino de quienes ya partieron. El Día de Muertos no solo es una de las festividades más emblemáticas del país, sino un reflejo de la manera en que los mexicanos entendemos la vida, la muerte y la memoria.
Se relata que en la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.
Diario Evolución recomienda: Pedir calaverita; así surgió esta divertida tradición
Es por ello, que el Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor. En esta festividad la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido.
Continúa leyendo en el siguiente enlace de Tradición es Cultura:
