viernes, abril 19, 2024
Opinión

Civilidad y Civismo

Compartir:

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

La civilidad está ligada a la asignatura académica conocida como Civismo. Al igual que ésta al mencionado valor tiene que ver con el comportamiento de la persona que cumple con sus deberes ciudadanos y respeta las instituciones y las leyes. 

La diferencia es que el término “civilidad” se encuentra más ligado a una forma de comportamiento y a una actitud. Ello permite enfocar este valor como una actividad, como un hacer y no tanto como una materia de estudio sin relación directa con la experiencia cotidiana.

El Civismo es un valor que nos instruye y nos forma como ciudadanos en pleno ejercicio, es importante mencionar esto ya que, no es lo mismo ser habitante de una ciudad a ser un ciudadano en ejercicio de derechos y obligaciones, por ejemplo; tener credencial de elector me hace un ciudadano registrado, pero no es hasta que ejerzo mi derecho al voto en las urnas, que puedo ser considerado ciudadano en pleno. Hago valer mi derecho a otorgar libre y voluntariamente mi voto a quien yo quiero, pero, además, cumplo con mi obligación de participar en un proceso democrático.

La civilidad en cambio es, como ya lo mencionamos un comportamiento, una actitud, una posibilidad de actuar correctamente con mis semejantes.

Un par de días atrás al llegar a mi oficina me percate que tenía registradas en el identificador de llamadas del aparato telefónico varias llamadas de un número desconocido, por alguna razón que no entendí hasta después, me inquieto de una forma que no comprendía, así que hice algo que normalmente no hago, marque al número registrado que, por supuesto no conocía, jamás por norma propia, respondo llamadas de números desconocidos, pero algo me hizo marcar ese número en particular. 

Al sonar el tono de llamada por tercera ocasión, contestó una mujer que por la voz considere de unos 30 años, con un tono de sorpresa y con gran pesadez en su voz, preguntó quién era yo y con quién deseaba hablar, le respondí con un tono suave y amable, dejándole saber que había recibido varias llamadas de ese número y simplemente estaba reportándome a las llamadas, le hice saber de dónde llamaba y acto seguido, la voz al otro lado del teléfono comenzó a narrarme su historia con mucho quebranto en la voz con estas palabras:

“Soy Lupita (por seguridad así la llamaremos) mamá de dos hijas menores de edad, soy adicta y estoy desesperada, ya no quiero esto y necesito recluirme en algún lugar donde puedan ayudarme, quiero rehabilitarme por mis hijas, no sabía a donde llamar y sólo marque este número buscando ayuda.”.

Escuche detenida y pacientemente a Lupita intentando percibir todo lo posible de su problema. En cierto momento la interrumpí y le dije: “Lupita, agradezco tu llamada, quiero decirte que yo no cuento con centro de rehabilitación, pero si puedo ofrecerte por una parte buscarte uno y apoyarte para que te reciban y por la otra, quiero ofrecerte una posibilidad para cambiar tu vida, tus hábitos y tus posibilidades junto con tus hijitas, si me permites apoyarte y dirigirte con las personas correctas que cuentan con los recursos para auxiliarte en este asunto tan apremiante.”. 

Le pedí me diera un tiempo para ubicar el lugar correcto y entonces regresar la llamada y brindarle el apoyo necesario, en mis posibilidades, ella quedo tranquila y agradeció que la escuchará con mucha sinceridad en su voz, termine la llamada y 10 minutos después llamo la mamá de Lupita tan sólo para agradecerme escuchar a su hija y ofrecerle apoyo, gracias me dijo, muchas gracias…

Saben algo, definitivamente, nada me obliga a brindarle apoyo a Lupita o a ninguna otra persona, pero la posibilidad de actuar con solidaridad por otro ser humano, el hecho de verdaderamente preocuparme desinteresadamente por ayudar a alguien en tal situación hace que todo sea diferente.

La civilidad es la posibilidad de actuar de manera comprometida en favor de los demás, brindar apoyo y fortaleza, ese gesto de respeto y empatía hacía la vida y problemas de los que nos rodean.

Muchas gracias, buenas tardes, después de usted, por favor y todas estas actitudes que poco a poco hemos olvidado o dejado en desuso. 

Retomemos estos principios que nos ayudarán a liberar la tensión que nuestra sociedad y nuestras familias viven en la actualidad, principios de paz, sazonados con amor y con gracia.

La civilidad permite eliminar la tensión que existe en las diferencias de la sociedad y los diversos grupos a los que pertenecemos. Es un reconocimiento tolerante y generoso de nuestro apego al orden social y de la responsabilidad común que tenemos con respecto a éste, sin importar nuestra diversidad.
—Lloyd Fallers

La civilidad es más alta cuando nuestro sentido moral es más profundo.
—Ralph Waldo Emerson

Nuestro amor debe ser sincero. Aborrezcamos lo malo y sigamos lo bueno. Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espíritu ferviente. Gocémonos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oración. Ayudemos a los hermanos necesitados. Practiquemos la hospitalidad”.

—Saulo de Tarso

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *