jueves, abril 25, 2024
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El caso de los navegantes

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*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

En un estado de reflexión y con el deseo de fortalecernos, es necesario tomar tiempo para descubrir la belleza y los motivos de nuestra vida.

Una vida sin motivos es una vida estéril. Cada día trae consigo oportunidades y bien dicen que las oportunidades llegan y si no las tomamos simplemente se alejan y en muchas ocasiones, para no volver.

Un ejercicio muy interesante es el de visualizar nuestras metas y nuestros sueños, ¿qué deseamos hacer? ¿Hasta dónde nos gustaría llegar? ¿Qué esperamos lograr? Y muy importante ¿Cuándo esperamos que sucedan las cosas? Inmediatamente después de visualizar el estado de nuestra vida, siempre me tomo el cuidado de recomendar, anotar en algún cuaderno dedicado para tal efecto, cada sueño, meta o motivo y revisar diariamente el estado o el avance en tal o cual asunto. Hacer planes muy lejanos, solo causa decepción y angustia, es mejor, a mi parecer, hacerlo en periodos cortos y fáciles de medir, de manera que siempre podamos de un vistazo ver con claridad las cosas.

En la siguiente historia, veremos el caso de unos amigos que decidieron emprender un viaje, buscando mejores horizontes, por favor lee bien la historia y encierra en un círculo todas aquellas cosas que intervinieron en el posible fracaso o bien en la posibilidad de no lograr llegar al destino final del viaje.

El Caso De Los Navegantes

Esta es una historia que habla acerca de 5 amigos que un buen día decidieron que era tiempo de probar mejor suerte en otro lugar, emprender un viaje a un hemisferio diferente, con un mejor clima que les motivase cada día.

Así es que, habiendo decidido la opción que se presentaba, se echaron a la mar en una barca, con la intención de cruzarla, para llegar al destino que se habían propuesto alcanzar.

Nada los detendría, se dijeron uno al otro, como reforzando el valor de hacerse a la mar hacia un lugar totalmente desconocido.

Así pues, transcurrieron tres días con sus noches, todo parecía ir normal, cuando de repente, una gran tormenta se desato sobre su barca y sin darse cuenta, comenzaron a navegar a sotavento.

Todo oscureció, el ambiente tornó sombrío. Viento recio y helado soplo con furia, lluvia, truenos, y más, mucho más de lo que hubieran podido imaginar.

Cuando la tormenta por fin amaino, uno de los cinco amigos, desesperado y bastante asustado grito a los demás: – ¡Esto es demasiado! – – ¡Es una locura! – -yo me regreso, no lo voy a soportar nuevamente–

Cuando los otros amigos lo escucharon gritar desesperado, trataron de calmarlo y tranquilizarlo debido a su estado tan alterado.

–Tranquilo amigo- -ya paso- -fue tan solo una tormenta no hay de qué preocuparse, ya todo está bien- -pronto llegaremos a nuestro destino. – Pero el amigo asustado aún y sin poder calmar sus nervios, sin más, decidió echarse al mar y regresar a su punto de partida, no estaba dispuesto a seguir así. – ¡Yo me voy de aquí! – grito, los otros tratando de persuadirlo le dijeron: -Amigo calma, ya pasó todo, además, ¿cómo piensas regresar si ni siquiera traemos salvavidas? – –No importa- dijo –me voy nadando- y sin decir nada más, se lanzó al agua y comenzó a nadar como desesperado.

Como dice la canción: “De los cinco que tenía, de los cinco que quedaban, uno se tiró a la mar y ahora solo quedan cuatro”. De manera que los cuatro amigos que quedaron decidieron que una tormenta no los detendría, así que retomaron el viaje según lo planeado.

Transcurrieron tres días más cuando de repente, el más tragón de los cuatro, pego zendo grito al responsable de los víveres:

– ¡Tengo hambre! – – ¿Que hay para cenar? – A lo que el amigo responsable de los víveres respondió: -Ya no queda nada amigo, esta tarde nos comimos lo último que quedaba.

El tragón inmediatamente entro en pánico y grito:

– ¡Oye, oye! – -no, eso no es posible y ahora que vamos a hacer, yo no puedo estar sin comer.

El tragón angustiado comenzó a ver a sus compañeros como si estos fueran comida y pensó:

“Yo creo que, a estos, en caso de emergencia, me los como. Este, este flaco, pero para algo ha de servirme y este gordo, me alcanza para una semana, mira que cachetes y esa panza, Mmm… Me lo como”.

Cuando el tragón logro calmarse y reaccionar, sin pensarlo se despidió de sus amigos diciéndoles: -no puedo más, si no me regreso me los como a todos. – lo cual evidentemente, preocupo a los demás.

Así que el tragón se arrojó al mar y nado de regreso al lugar de donde partieron.

Vaya, las cosas no se ven bien, ahora sólo quedan dos viajeros; en fin. Los días siguieron pasando.

Un momento ¿acaso dije dos?, perdón conté mal, quedaron tres, si, sé muy bien lo que pensaron:

–Seguramente el tragón se llevó al gordo para el camino- pero no sean mal pensados, fue mi error, el gordo seguía en la barca y la barca no detendría su paso.

Dos días completos con sus noches transcurrieron cuando el gordo, como era de esperarse, comenzó a murmurar del responsable de los víveres diciéndole a los otros dos:

-Y para que se hace, yo creo que, si quedaba comida suficiente, de seguro se la escondió al tragón a propósito.

Una situación incómoda se desato en aquel momento, comenzaron a discutir al respecto hasta que el más flaco de los tres levanto la voz y dijo: -Yo no voy a ser parte de esto- así que yo también me regreso–

Por más que intentaron convencerlo de lo contrario, él se arrojó al frío mar y se fue sin esperar nada.

Mmm… ¿Qué no era el gordo quien murmuro, el que debió echarse al Mar?… Pues sí, finalmente este amigo murmurador, sintió una culpa tal por lo que hizo, que ya no podía ni siquiera ver de frente al responsable de los víveres, y tomando en cuenta que ya solo quedaban ellos dos, y no habiendo más que tratar, se lanzó al agua también, y nado, y nado, y nado hasta que se perdió en el horizonte distante.

Dos días pasaron después que el murmurador fuera consumido por su culpa y se echará a la mar.

Los dos días más solitarios e inclementes, que el último de los amigos hubiera vivido jamás. Pero en su corazón estaba claro, él determino que habría de llegar a pesar de cualquier cosa.

Y así sucedió finalmente, a lo lejos diviso lo que tanto anhelaba ver, ¡tierra!… Él determino en su corazón algo y le fue firme, hasta el final del viaje.

Quiero decirte querido lector, que fijar un rumbo a seguir o un destino por alcanzar es tan sólo el comienzo.

En el transcurso del viaje sufrirás y vivirás todo tipo de situaciones y obstáculos a vencer: Tormentas, hambre, sed, temor, dolor. Muchas voces alrededor de ti comenzaran a hablar tratando de confundirte y hacerte claudicar en tu intento por llegar a tu destino.

Muchas cosas te harán sentir la culpa de no esperar a los demás. Pero permite que te diga, que llegar a buen puerto, al final del día, será tu decisión, tuya y de nadie más, puedes compartir tus sueños con muchos, pero al finalmente, solo llegarás si verdaderamente estas dispuesto a luchar y vencer todos los obstáculos que se presenten en tu camino.

Si estableces los Valores correctos en tu vida, aunque en ocasiones parezca imposible de lograr, llegarás.

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