jueves, abril 25, 2024
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ENTIERRA TRUMP AL PEÑISMO-SALINISMO

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Por Raúl Río Valle

Cuando Luis Videgaray le informó detenidamente a Enrique Peña, que el entonces candidato republicano Donald Trump podía ganar la presidencia de Estados Unidos y convertirse en el nuevo emperador del imperio, debe haberle transmitido al vecino de Los Pinos su pánico abrazador.

Trump ha atropellado al peñismo-salinismo cuantas ocasiones ha querido. Y como ya los tiene medidos, lo seguirá haciendo cuantas veces se le ocurra.

Cuando el candidato Trump llegó a Los Pinos, tratado como Jefe de Estado, le propinó tal humillación a Peña y a Videgaray que por primera vez unió a propios y extraños, a amigo y adversarios en su contra. Lo relevante fue que hayan sido vapuleados por sus amigos neoliberales. La histórica golpiza mediática que Carlos Marín le propinó a Peña desde Milenio TV, será recordada como el momento en que la oligarquía neoliberal por fin entendió que Peña no entendía nada. Desde entonces, ni la oligarquía ni el país, tiene quién defienda sus intereses ante el imperio. Todo México está a la intemperie en medio del huracán llamado Trump.

Mientras el “canciller” Videgaray solamente ha logrado la interlocución con el yerno del presidente estadunidense, Carlos Slim atendió en los primeros días de diciembre a una comitiva especial enviada por Trump en la ciudad de México. Y días después en Florida Trump y Slim charlaron amenamente. En tanto que a Peña y Videgaray les envía mensajes amenazantes.

Ese pequeño gran detalle es el que marca la diferencia. Peña, Videgaray y el salinisimo son interlocutores débiles con los cuales Trump no piensa negociar porque representan el pasado que quiere superar. Y quieren mantener o renegociar el Tratado de Libre Comercio que Trump quiere abandonar. No entienden que su proyecto está muerto.

No alcanzan a vislumbrar que están débiles, que Trump los trae mordiendo el polvo a tuitazos y telefonazos, por el momento no necesita más. Le basto con ordenarle a Peña que si no iba a decir cómo piensa pagar el muro fronterizo, mejor no fuera a la Casa Blanca. Y en efecto no fue.

Bastó con que Trump filtrara parte de la conversación telefónica con Peña, para enterarnos que el imperio piensa seriamente enviar tropas a México para combatir a los “hombres malos” del narcotráfico que ni Calderón ni Peña han podido, o tal vez no han querido combatir.

Dice Trump que no necesita a los mexicanos ni a México, que va hacer el muro y nosotros lo vamos a pagar. Y le dice al oído a Peña y lo publicita, que el ejército de México tiene miedo a los “hombres malos”, que su ejército no tiene miedo y lo va a enviar a México. Ahora para que no quede dudas, desde la cadena Fox, Trump ha declarado que México no controla al narco y Peña tiene “mucha voluntad” de recibir “ayuda” del ejército gringo.

Mientras tanto Peña, Videgaray y Salinas solamente piensan en juntar las piedras del derruido TLCAN. No responden a las amenazas de Trump. Los tecnócratas neoliberales mexicanos no podrán entender que el ciclo neoliberal en nuestro país ha terminado en medio de un tormentoso fracaso. Fueron tan bien adoctrinados en las universidades gringas, que ni quitándoles el chip entenderían la nueva circunstancia de nuestro país.

Por más que Carlos Slim les diga didácticamente que la crisis generada por el arribo de Donald Trump puede abrir un espacio de oportunidad, o que Ernesto Zedillo les plantee que es mejor dar por muerto el TLCAN, los políticos, empresarios e intelectuales salinistas se aferrarán en seguir velando ese cadáver. Hasta el premio nobel de economía, Joseph Stiglitz ha tratado de reconfortarlos, diciéndoles que la cancelación del TLCAN por parte de Trump no sería relevante para México. Pero nada los consuela.

El fracaso del gobierno peñista, combinado con la agresiva política de Trump en contra del régimen decadente que tuvo su origen en la política neoliberal salinista de vincular al país exclusivamente a Estados Unidos, aunada a la mentalidad dócil y entreguista que les inculcaron los académicos norteamericanos, les impide que puedan levantar la voz para defender el interés nacional. Por ello una fracción de ese bloque salinista hasta hace poco dominante se comienza a distanciar de las políticas y de los planteamientos que han dejado de ser hegemónicos. Un nuevo bloque en el poder ha comenzado a construirse.

Hoy el gobierno de Peña va como barco sin rumbo y los intelectuales orgánicos del salinismo andan como conejitos lampareados. No logran entender la existencia humana sin el concepto de “libre mercado”, menos aún que pueda existir México sin TLCAN. O que el mundo pueda seguir girando sin una política económica que privilegie la concentración de la riqueza en pocas manos.

Particularmente en el tema del “Muro Trump”, México podría convocar y recibir apoyo de los países latinoamericanos y europeos. La canciller argentina Susana Malcorra lo ha dicho claramente: “América Latina no es más dura con Trump porque México no lo está pidiendo. La señal debiera venir de México”. Ni Peña ni Videgaray quieren hacer el llamado a la solidaridad. No quieren tocar a su “socio” ni con el pétalo de una declaración. La mentalidad sumisa del colonizado sale a flote.

Hasta la derecha está molesta por la inacción y el silencio entreguista de Peña-Videgaray. Para tratar de “fortalecer” y “resucitar” a su gobierno, una parte de la ya fracturada oligarquía neoliberal ha convocado a la marcha “Vibra México” en contra de Donald Trump, para el domingo 12 de febrero. Ante el timorato gobierno de Peña, las élites de la ultraderecha intentan, ya diezmadas, ponerse beligerantes. Quieren emular la “Women’s March” antiTrump.

Al frente de la convocatoria se encuentran el empresario Claudio X. González, el salinista que dirige la Fundación “Mexicanos contra la corrupción”, la Coparmex, las revistas Letras Libres y Nexos de los intelectuales Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, además de personajes como Isabel Miranda Wallace, María Elena Morera y Alejandro Martí. La marcha cuenta con el apoyo de Felipe Calderón y de su esposa Margarita Zavala.

Falta ver si Televisa y los medios de comunicación empresariales le va a dar difusión a la marcha de la derecha. Lo que si se espera es que Enrique Peña emita un comunicado de apoyo a quienes lo apoyan. Tratan de sacar fuerza de la flaqueza. Pero el salinismo anda extraviado, perdido en el catecismo del fundamentalismo neoliberal.

Lorenzo Meyer en su más reciente libro “Distopía mexicana. Perspectivas para una nueva transición” lo ha observado con precisión, ahí explica la catástrofe nacional desde diversas perspectivas de la historia contemporánea de México: Desde sus relaciones con Estados Unidos, su excluyente sistema de gobierno, la corrupción, la violencia, la impunidad y la desigualdad… su libro es de lectura urgente.

En entrevista para Newsweek, Meyer ha declarado que la clase en el poder no tiene proyecto nacional, que no sabe adónde vamos. Dice que el proyecto que México necesita es uno incluyente, que limite la exagerada concentración de la riqueza, que disminuya la insultante diferencia entre la abundancia, la pobreza y la miseria.

Meyer plantea que ese nuevo proyecto viene gestándose, por fuerza, desde la oposición real al actual régimen político decadente. Y lo que estamos viviendo es una nueva transición del autoritarismo a la democracia, la historia nos brinda una nueva oportunidad, porque la iniciada el año 2000 con Fox se frustró, con Calderón degeneró y con Peña murió. Hoy será más difícil porque se perdió la ilusión y el desencanto es muy grande.

Dice Meyer que los dos años que le quedan a Peña serán de una larga agonía, sin apoyo social y con el fracaso económico, político y social a cuestas por haber aumentado nuestra dependencia hacia Estados Unidos. Ese es el legado salinista por habernos metido al TLCAN.

Ahora que Trump nos dice “ustedes no son de América del Norte”, nos queda claro que tampoco nunca fuimos sus “socios”. El sueño salinista de integrarnos con el norte fue una ilusión.

Pero, según Lorenzo Meyer, éste despertar en la era Trump pudiera ser la oportunidad para iniciar nuestra segunda independencia, impulsando el desarrollo interno, volteando hacia el sur, el este, el oeste y el norte. Pero afianzados en nuestras raíces nacionales. Hay ira, hay furia, pero aún queda espacio para la esperanza.

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