jueves, marzo 28, 2024
MunicipiosOpiniónPolíticaPortadaSeguridad

LA DUDA

*Aarón Dávila Payán*

Foto: Ilustrativa.

Cuando dudamos dejamos de soñar, dejamos de creer, perdemos la certeza y la convicción, caemos presa de la inconsistencia y la debilidad.

La duda surge en nosotros mayormente por falta de conocimiento, de estabilidad emocional o, la imposibilidad de alcanzar las expectativas propuestas.

Permítanme explicarme: la falta de conocimiento con relación a algún aspecto importante o decisivo de la vida nos hace parecer débiles, sentimos que dejamos de formar parte del círculo de confianza, que lo mejor será hacerse a un lado para no estorbar. Pero todo eso no es más que el temor que nos provoca no tener control o dominio sobre cierto asunto.

Preguntar una y otra vez, buscar las respuestas correctas tantas veces como sea necesario, caer y volver a levantarse, siempre con la mirada en alto, de eso se trata. la duda está relacionada con una falta de arraigo con la vida y con el miedo a vivirla. Es el famoso – ¿qué vendrá mañana? – o, – ¿Qué será de mí? -.

Aquí es donde entra en escena la falta de estabilidad emocional. ¿Que provoca en nosotros dicha inestabilidad emocional?

Muchas veces es provocada por la falta de cariño o atención desde la niñez, este tipo de asuntos sin darnos cuenta, nos marcan en nuestra vida adulta. Papá y mamá, la ausencia de cariño o atención hacia nuestros hijos en la niñez, provoca inestabilidad emocional, misma que en su juventud y en su etapa adulta será revelada en forma de tropiezos constantes y temores adyacentes.

Siempre será oportuno un buen abrazo, un beso sincero, una muestra de interés hacia nuestros hijos, esos pequeños gestos crean lazos fuertes e irrompibles.

Este vínculo nos hace tener conciencia de quienes somos, lo que podemos o no hacer, lo que queremos y necesitamos o no, alejándonos de la duda.

Hablemos ahora de las expectativas que creamos. Tener expectativas en la vida es importante, pero también lo es, no elevarlas demasiado.

Cuando creamos expectativas muy altas o difíciles de alcanzar, solemos caer en el desánimo o la frustración y nuevamente, dejamos la puerta abierta a la duda:

-Tal vez no debí intentarlo- – ¿Realmente estaré capacitado para tal o cual tarea? – Quizá no era para mí-.

Es importante saber que nadie nació totalmente capacitado para realizar todo tipo de proyecto o tarea. Sin excepción todos somos seres imperfectos pero perfectibles, es decir; en nosotros siempre estará la capacidad de aprender, de cambiar el rumbo o dejar de hacer lo que no nos conviene o edifica, de tomar nuestras propias decisiones y por supuesto de intentar nuevamente, tantas veces sea necesario.

Solo existe una forma de conocer el camino y esta es, caminarlo. Camino recorrido, es camino conocido.

Siempre estará presente la duda y con esta el temor, la imposibilidad y la falta de visión, pero la propuesta es: La fe. “La certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.”. Que no quepa la menor duda…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *