sábado, octubre 12, 2024
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Llaman a preservar la tradición con piñatas tradicionales

*Melchor García*

“No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata”, es el canto que se escucha en las casas mexicanas durante las posadas, y como parte de la tradición, la compra de piñatas aumentará en esos días.

La tradición marca que, durante nueve días antes de Navidad, se “pide posada” con villancicos tradicionales, se rompen piñatas, se regalan aguinaldos (bolsitas con dulces de la temporada), se prepara el ponche, las velas, la fruta, las luces de bengala y la cena en familia. Una fiesta esperada por todos los mexicanos, especialmente por los más pequeños.

Por ello, a base de cartón, engrudo y papel china, Fernando García Victoria elabora piñatas para engalanar las fiestas decembrinas y continuar así con la tradición que ha sido parte de las posadas.

Desde hace 30 años realiza las piñatas en su casa, ubicada en el barrio de Zopilocalco, pero antes las hacía a base de barro.

“Ya se perdió la tradición de las piñatas de barro, se vendían bastante pero ahora ya sale muy cara la olla y mejor se hacen de cartón”, comentó García Victoria.

Durante todo el año tiene pedidos, pero en esta temporada navideña la demanda crece y llegar a hacer 700 dependiendo de los pedidos que llegue a tener e invierte un promedio de media hora por piñata.

Los precios son variados, hay desde 30 pesos hasta 600, éstas últimas son gigantes, pues miden aproximadamente dos metros de altura y tuvo la satisfacción de haber mandado seis al Vaticano.

“Las gigantes son pedidos especiales, por lo regular las usan para adornar negocios, las más comerciales son las medianas y las chicas. Hace cuatro años me pidieron que hiciera seis gigantes y se las llevaron al Papa de parte del Ayuntamiento”, comentó don Fernando mientras prepara una piñata en forma de estrellas de siete picos, que representan los siete pecados capitales.

Todo mexicano sabe que, para romper la piñata, se debe usar un palo que representa la fortaleza y fuerza de Dios, además, hay que pegar a la piñata con los ojos vendados, una metáfora de la fe que nos permite creer sin tener que ver.

“Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino” será lo que se escuchará mientras se rompe a palazos la tentación de los pecados, y después de destrozar la piñata, frutas y dulces saldrán de ella.

Don Fernando espera que ésta sea una tradición que no se pierda con los años, pues además de ser su fuente de ingresos, es una forma de convivencia sana entre familias que las mantiene unidas y revive poco a poco el espíritu navideño que termina después de Día de Reyes.

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