viernes, julio 26, 2024
Opinión

Para bien y mejor

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Morenos, blancos, de tez rosada o amarilla; altos, bajos, llenitos o delgados, hombres y mujeres por igual somos tocados cada día por la misma luz del sol, ese maravilloso astro aun nos da los buenos días con singular alegría, cada vez, recordándonos que cada uno de nosotros somos habitantes del mismo mundo, con los mismos derechos, con la misma necesidad de amor y de respeto, de reconocimiento y de oportunidades.

¿Qué me hace más o menos que mi prójimo? ¿Acaso el sol brilla más para unos que para los otros? De ninguna manera, todos por igual somos merecedores de una vida en paz y equilibrio, de respeto y oportunidades, pero con mucha facilidad lo olvidamos y no es más el dolor de uno que del otro, cada uno merece levantarse cada día con esperanza y oportunidad de intentar una vida mejor.

Lo que nos corresponde es aprender a vivir como sociedad, como parte de un bien común y permitir que nuestras acciones bendigan a los demás.

El apóstol Pablo hablaba a los hermanos de Éfeso y enseñándoles les decía: “Por eso cada uno de ustedes debe desechar la mentira y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.”

Mire que importante, desechar la mentira y hablar la verdad con nuestro prójimo. Si estuviera en un salón de clases ahora mismo, pediría a los alumnos que levantaran la mano, todos aquellos que desearán escuchar por ejemplo, a un político hablar con la verdad, o a sus padres o a un vendedor o comerciante o a sus hermanos inclusive y por supuesto a ellos mismos, estoy seguro que muchas manos se alzarían.

Hablar y vivir con la verdad, actuar con integridad y honestidad en cada aspecto de nuestra vida, luchar pertinentemente en contra de la mentira y la deshonestidad sin justificar de forma alguna los actos de maldad tratando de encubrir la verdad.

Actuar con verdad y decir la verdad, es lo mínimo indispensable para que una sociedad se considere sana y más aun con oportunidad de un verdadero desarrollo.

El que roba, no robe más, el que engaña, no engañe más, el egoísta aprenda a vivir en pro del bien común, el que se cree superior a los demás, aprenda a vivir con humildad, sin tener mayor concepto de sí que el que debe tener.

Aprendamos a amar a nuestro prójimo, a perdonar al que nos ofende, a vivir en completa paz, saciando nuestras necesidades sin avaricia ni mordaz codicia. La única forma de ser mejores es desear ser mejores y hacer lo necesario para serlo.

Jesucristo nos dejó el máximo ejemplo, ama a tu prójimo como a ti mismo, que tus caminos y tus anhelos sean siempre para bien y mejor.

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