Se pierden cultivos de flores en San Francisco Putla
*Melchor García*
“Aquí es fiesta del 25 para adelante, todo desde la entrada de allá, desde una casita, desde ahí ponen carpas hasta llegar a la orilla de la colonia donde se vende de toda la flor”
Así recuerda Don Nazario Mota, agricultor, como se llenaban de flor los cultivos de la comunidad de San Francisco Putla, en Tenango del Valle; hoy los propios riesgos y cuidados que implica sembrarla han llevado a casi la mitad de los productores a optar por la siembra de verduras para sobrevivir y dejar el colorido de las flores.
En su caso, desde hace ocho años decidió abandonar la flor de cempasúchil, el alhelí y la nube para apostar por la lechuga italiana, romana, de bola y la coliflor más noble en su producción, pero sobre todo, más seguras en su venta.
“Todo esto es comestible, me entiende, lo comestible por malo que se ponga tienen que comprar, mientras que la flor le voy a decir una cosa no estoy en nada contra ellos, pero la flor si yo no tengo para comer como está la situación en lugar de comprar un manojo de flor de la que sea me compró mejor un kilo de carne o algo, ahorita estamos en una actualidad muy difícil.”, sostuvo Nazario Mota.
De fondo el desarrollo y oportunidad de crecimiento para las familias representa un mayor daño para la tierra, tanto en el uso de agroquímicos como por su consumo de agua en la región caracterizada para la producción.
“Ahora aquí como sembramos ya mucha verdura ahora se nos plaga mucho, la flor se plaga, la lechuga está regular, pero en donde ya sembramos unos cinco años unos siete ya no se da, se pudre mucho al ras de la tierra, lo nombramos como algodoncillo se hace como algodón en la papa en la tierra la levanto y nomás se despega.”, dijo.
A unos días de los festejos del Día de Muertos, Don Nazario no deja de trabajar, en compañía de su cuadrilla. Hoy sus manos no cortan ni preparan la flor, definen y moldean verduras. Recuerda, como lejanos los días de muertos donde desde estas fechas la efervescencia y la labor florícola resplandecía; hoy sucumbida la tradición e identidad de las familias por la necesidad y demanda del mercado.
“Me la llevó más contento con esto porque, aunque sea esto me va cayendo una gota para el sustento de mi familia, ahorita es lo que he sembrado. Ya me daban ganas de echar unos surcos, le digo a mis hijos vamos a sembrar unos surcos, de ver a todos, ¿para qué papá? si ahorita estamos bien.”, expresa.