jueves, abril 25, 2024
Opinión

Ser integro, ser verdadero

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*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa/Vía Twitter.

Los valores establecen principios que aportan en diferentes formas una guía para nuestra vida, aunque en esta ocasión, hablaremos particularmente de la integridad.

Ahora bien, es importante señalar que este tema no es de incumbencia única de los valores, sino de la moral y la ética.

Los valores sientan la base angular, el cómo aplicarlos dependerá de la moral y de la ética. Los valores por sí mismos no tienen conciencia, ese es el ámbito de la moral.

Desde niños recibimos valores y antivalores por igual, cada uno con su sentencia correspondiente, una regla moral que los activa y una acción ética que los juzga.

El apóstol Pablo decía lo siguiente: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” Esto expresaba Pablo refiriéndose a lo que guardamos en el corazón, todo aquello que va constituyendo el tesoro de nuestra vida: recuerdos buenos y malos, deseo, temores, alegrías, logros, fracasos, rencores, victorias, etcétera.

La reflexión y claridad que tengamos sobre cada uno de estos asuntos, tocante a nuestra manera de vivir, constituye el centro de nuestro tema, permítanme explicar mi punto.

La integridad es una parte fundamental de la vida, en la relación entre cónyuges, entre padres e hijos, de un maestro hacía sus estudiantes, de un líder o quién se precie de serlo hacía quienes liderea, de un gobernante hacía sus gobernados, en fin. Si se carece de integridad es como si construyéramos un fundamento sobre la arena; es donde entonces ser íntegros se torna imprescindible y no opcional.

La palabra “íntegro” es un adjetivo que provienen del latín intĕger y que etimológicamente quiere decir lo “intacto”, lo “puro”. La definición del Diccionario de la lengua española (DLE) presenta dos acepciones: que no carece de ninguna de sus partes y dicho de una persona recta, proba, intachable.

Ser íntegro, es ser verdadero, correcto, recto y por otra parte, actuar con integridad, es la congruencia de nuestra vida diaria, cuando nuestras acciones y nuestras palabras dejan de  pelear entre sí y aprenden a caminar en el mismo sentido.

Al momento de definirnos como personas y encaminar nuestras acciones uno de los valores más importantes es la integridad. Un valor que está acompañado de la honradez, la confianza, la rectitud, la decencia y la lealtad.

Una persona integra tiene la capacidad de mantener sus principios aún en situaciones de duda, ante pone a sus deseos el bien común y no lo que le conviene para su propio bien, no se deja influenciar fácilmente por las apariencias, sino que siempre va en busca de la verdad.

¿Qué maravilloso valor no le parece? Ser íntegro y vivir con integridad deja puertas abiertas a nuevas oportunidades cada día porque, a quién no se le antoja tener cerca a una persona honesta, verdadera, que actúa con rectitud y sabe dar la cara cuando es el momento de hacerlo.

Benjamin Franklin en cierta ocasión expreso lo siguiente: “ Solo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores.”

Que difícil acción, reconocer delante de los demás cuando cometemos alguna falta o tener el valor de pedir perdón a quién ofendemos, pero encontrarte con una persona integra, es el verdadero valor y este encierra una gran virtud, la capacidad de reconocer quiénes somos y cuales son los aciertos o desaciertos de nuestra vida para enriquecer o corregir con valentía, amor y paciencia las incongruencias de nuestra vida.

“Vive de tal manera que, cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti.” H. Jackson Brown

“Procura la paz para la ciudad a la que yo te he enviado y entonces tendrás paz para los tuyos” Profeta Jeremías (Paráfrasis) 

Como se antoja vivir bien y en completa paz, pero para lograrlo es necesario que dejemos de ser espectadores y nos volvamos hacedores de bien, que comencemos a actuar y vivir íntegramente cada día, en cualquier lugar que estemos y con quién estemos, siempre listos para actuar y vivir con libre conciencia, sabiendo que hemos actuado bien, con verdad y honestidad y siempre dispuestos a ser mejores.

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