Ate, para endulzar el corazón y la tradición
*Eréndira Zavala C*
La diversidad de sabores y la cultura se encuentran en cada rincón de la gastronomía mexicana, allí, se encuentra un dulce con un sabor único: el ate, que ha encantado a muchas generaciones, como una muestra del ingenio y la tradición artesanal de México.
El ate es un dulce tradicional hecho principalmente de frutas y azúcar, presentado en forma de una pasta espesa o gelatina, que puede ser cortada en bloques o moldes decorativos. Tiene una textura firme y un sabor intenso que le permiten ser ofrecido en cualquier ocasión, desde celebraciones festivas hasta meriendas casuales.
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Su origen se remonta a nuestros antepasados, donde se utilizaban técnicas de conservación de frutas para asegurar su disponibilidad durante todo el año. En la época prehispánica, los mayas y los mexicas ya conocían métodos para procesar frutas y convertirlas en dulces, pero fue durante la colonización española cuando el ate, tal como lo conocemos hoy, comenzó a tomar forma.
La influencia europea introdujo nuevas formas de elaboración y con el azúcar, se perfeccionó el proceso de producción del ate. A lo largo de los siglos, esta tradición ha evolucionado y se ha mantenido viva, especialmente en las regiones del centro y sur de México, donde las recetas familiares se transmiten de generación en generación.
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