jueves, abril 25, 2024
Opinión

EL CASO DE LOS NAVEGANTES

Compartir:

Por: Aarón Dávila

Esta es una historia que habla acerca de 5 amigos que un buen día decidieron que era tiempo de probar mejor suerte en otro lugar, emprender un viaje a un hemisferio diferente, con un mejor clima que les motivase cada día.

Así es que habiendo decidido la opción que se presentaba, se echaron en una barca a la mar, con la intención de cruzar aquel océano, para llegar al destino que se habían propuesto alcanzar.

Nada los detendría, se dijeron uno al otro, como reforzando el valor de hacerse a la mar hacia un lugar totalmente desconocido.

Gracias

Así pues, transcurrieron tres días con sus noches, todo parecía ir normal, cuando de repente, una gran tormenta se desato sobre su barca y sin darse cuenta, comenzaron a navegar a sotavento.

Todo se oscureció, el ambiente se tornó sombrío. Viento recio y helado soplo con furia, lluvia, truenos, y más, mucho más de lo que hubieran podido imaginar.

Cuando la tormenta por fin amaino, uno de los cinco amigos, desesperado y bastante asustado grito a los demás: -¡Esto es demasiado!- -¡Es una locura!- -yo me regreso, no lo voy a soportar nuevamente–

Cuando los otros amigos lo escucharon gritar desesperado trataron de calmarlo y tranquilizarlo debido a su estado tan alterado.

–Tranquilo amigo- -ya paso- -fue tan solo una tormenta no hay de qué preocuparse, ya todo está bien-  -pronto llegaremos a nuestro destino– Pero el amigo asustado aún y sin poder calmar sus nervios, sin más, decidió echarse al mar y regresar a su punto de partida, no estaba dispuesto a seguir así. -¡Yo me voy de aquí!- grito, los otros tratando de persuadirlo le dijeron: -Amigo calma, ya pasó todo, además, como piensas regresar si ni siquiera traemos salvavidas-  –No importa- dijo –me voy nadando- y sin decir nada más, se lanzó al agua y comenzó a nadar como desesperado.

Como dice la canción: “…De los cinco que tenía, de los cinco que quedaban, uno se tiró a la mar y ahora solo quedan cuatro…”

De manera que los cuatro amigos que quedaron, decidieron que una tormenta no los detendría, así que retomaron el viaje según lo planeado. Transcurrieron tres días más cuando de repente, el más tragón de los cuatro, pego zendo grito al responsable de los víveres:

-¡Tengo hambre!-  -¡Que hay para cenar!–

A lo que el amigo responsable de los víveres respondió: -Ya no queda nada amigo, esta tarde nos comimos lo último que quedaba– El tragón inmediatamente entro en pánico y grito:

-¡Oye, oye!- -no, eso no es posible y ahora que vamos a hacer, yo no puedo estar sin comer-

El tragón angustiado comenzó a ver a sus compañeros como si estos fueran comida y pensó:

“Yo creo que a estos me los como. Este esta flaco pero para algo ha de servirme y este gordo, me alcanza para una semana, mira que cachetes y esa panza, mmm… Me lo  como…”

Cuando el tragón logro calmarse y reaccionar, sin pensarlo se despidió de sus amigos diciéndoles: -No puedo más, si no me regreso me los como. – Así que el tragón se arrojó al mar y nado de regreso al lugar de donde partieron.

Vaya, las cosas no se ven bien, ahora sólo quedan dos viajeros; en fin. Los días siguieron pasando y… Un momento ¿acaso dije dos?, perdón conté mal, quedaron tres, si, sé muy bien lo que pensaron –Seguramente el tragón se llevó al gordo para el camino- pero no sean mal pensados, fue mi error, el gordo seguía en la barca y la barca no se detendría.

Dos días completos con sus noches transcurrieron cuando el gordo, como era de esperarse, comenzó a murmurar del responsable de los víveres diciéndole a los otros dos:

-…Y para que se hace, yo creo que si quedaba comida suficiente, de seguro se la escondió al tragón a propósito…-

Una situación incómoda se desato en aquel momento, comenzaron a discutir al respecto hasta que el más flaco de los tres levanto la voz y dijo: -Yo no voy a ser parte de esto-  -así que yo también me regreso–

Por más que intentaron convencerlo de lo contrario, él se arrojó al frío mar y se fue sin esperar nada.

Mmm… ¿Que no era el gordo quien murmuro, el que debió echarse al Mar?… Pues sí, finalmente este amigo murmurador, sintió una culpa tal por lo que hizo, que ya no podía ni siquiera ver de frente al responsable de los víveres, y tomando en cuenta que ya solo quedaban ellos dos, y no habiendo más que tratar, se lanzó al agua también, y nado, y nado, y nado hasta que se perdió en el horizonte distante.

Dos días pasaron después de que el murmurador fuera consumido por su culpa y se echará a la mar. Los dos días más solitarios e inclementes, que el último de los amigos hubiera vivido jamás. Pero en su corazón estaba claro, él determino que habría de llegar a pesar de cualquier cosa. Y así sucedió finalmente, a lo lejos diviso lo que tanto anhelaba ver, ¡tierra!…  Él determino en su corazón algo y le fue firme, hasta el final del viaje.

Quiero decirte querido lector, que fijar un rumbo a seguir o un destino por alcanzar es tan sólo el comienzo.                 En el transcurso del viaje sufrirás y vivirás todo tipo de situaciones y obstáculos a vencer: Tormentas, hambre, sed, temor, dolor. Muchas voces alrededor de ti comenzaran a hablar tratando de confundirte y hacerte claudicar en tu intento por llegar a tu destino. Muchas cosas te harán sentir la culpa de no esperar a los demás. Pero permite que te diga, que llegar a buen puerto al final, será tu decisión, tuya y de nadie más, puedes compartir tus sueños con muchos, pero al final solo llegarás si verdaderamente estas dispuesto a luchar y vencer todos los obstáculos que se presenten en tu camino.

Si estableces los Valores correctos en tu vida, aunque en ocasiones parezca imposible de lograr, llegarás.

El mundo del que formamos parte, es uno que espera que nosotros, sus habitantes, reaccionemos y busquemos recuperar todos aquellos Valores que hemos echado al desuso y finalmente al olvido.

Hemos perdido la capacidad de admirarnos por toda la belleza que este mundo nos brinda. No esperemos que los demás actúen como queremos, o hagan todo cuanto deseemos. La razón, el entendimiento, la buena voluntad, deben encontrar su camino nuevamente.

Anhelo los días del perdón, del por favor y gracias, del adelante, después de usted. La ley de la calle hoy en día es: -Primero muerto que dejarte pasar-

Este es un buen momento para evocar el amor entre los seres humanos, este es un buen momento para decidir por la vida y recuperar los Valores que como individuos y sociedad echamos al olvido.

Este no es un mundo de uno, es un mundo de todos. Nunca será suficiente el bien que procuremos, si sembramos bien, cosecharemos bien. Este no es un mensaje que uno solo pueda transmitir a los demás, necesitamos en forma viral estornudarle al de al lado para que este se contagie y a su vez estornude al que sigue y este al que sigue y así sucesivamente hasta lograr recuperar los Valores que tanta falta nos hacen para poder vivir en armonía y en completa Paz.

¡Que Dios les bendiga!

Con todo amor y esperanza dejo estas líneas a su consideración.

Este artículo, fue tomado del libro “Valores Para Una Sociedad En Crisis” escrito por Aarón Dávila. Todos los derechos  están reservados en favor del autor. © (R)

 

 

 

DE LAS COSAS DE LA VIDA

Por: Aarón Dávila

Es normal que las crisis, los problemas,

y todo aquello que sale de control,

te cause temor y desconcierto.

No se trata de valor,

balance o fortaleza;

Es más bien el deseo de vivir,

lo que nos levanta nuevamente,

tantas veces como sea necesario.

Cuando vuelves el rostro y miras a tus hijos

y a tus seres queridos, ves lo que hasta aquí

has logrado y lo que falta aún por lograr.

Levántate, por el solo deseo de seguir el camino,

por el solo deseo de encontrar lo que sigue,

lo que aún no has vivido.

Cuando el viento recio y la tormenta llegan,

la palmera tal vez se doble,

llegue hasta el suelo, parezca perdida.

Pero en cuanto pasa la crisis, bien erguida,

extiende sus ramas y espera paciente

el fruto de la tormenta.

Detén tu camino tan solo por un momento.

Calla, observa todo alrededor de tu vida.

Escucha, respira profundo un par de veces

y contempla la respuesta a tu súplica.

Tal vez, ahora mismo esté delante de ti,

probablemente ha estado ahí desde un tiempo atrás

y no te has dado cuenta.

Corremos tan rápido la carrera de la vida,

que olvidamos lo que teníamos que recoger en el camino.

Simplemente dejamos pasar las cosas importantes.

Vive ahora, pero vive bien.

No me refiero a lo material, sí a lo esencial.

Encuentra lo valioso de tu vida.

Lo que te hace fuerte, lo que te hace andar.

Entonces sigue y no detengas tu camino.

Al final del día hallarás tu destino.

 

Este poema, fue tomado del libro “Como siempre los abrazo con cariño” escrito por Aarón Dávila. Publicado por Bubok Editores. Todos los derechos están reservados en favor del autor. ©(R)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *