miércoles, marzo 27, 2024
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Un histórico manantial de Temoaya queda reducido a estanque por sobreexplotación

*José Ángel Gutiérrez*

Foto: José Ángel Gutiérrez.
El otrora espejo de agua hoy luce delimitado por malla y muro en San Lorencito, donde el desvío de corriente, conexiones de tubo y demanda de trucha, reducen escurrimientos y acceso al agua.

Invadido por varias tomas y tuberías destinadas a desviar el agua hacia criaderos de trucha y hogares de la zona, un histórico manantial del municipio de Temoaya luce hoy deteriorado, al quedar reducido a estanque por la sobreexplotación como recinto natural visitado por turistas.

“Allá arriba anda el dueño del agua, nada más está viendo quiénes andan por ahí. Nadie puede verlo porque ‘se esconde’; es el dueño del agua”, refirió un hombre de la tercera edad del lugar, a manera de metaforizar que siempre hay alguien al cuidado del otrora manto acuífero.

Sin embargo, la realidad es otra en el paraje Los Tepozanes, en la localidad de San Lorencito, perteneciente a la comunidad de San Pedro Arriba, primera sección, cuyo río claro, escurrimiento del manantial y lugares de venta de trucha acaparan la atención de visitantes.

Lo que hace un par de años era un bonito espejo, con piedras redondas y troncos a manera de pequeños puentes -donde los niños podían ingresar y beber directamente-, es ahora inaccesible para las familias, ya que los comuneros lo restringieron con malla metálica.

Aquella malla está posada sobre muros de al menos metro y medio de altura, cuya parte superior sólo permite un pequeño escurrimiento del líquido, lo que dio un cambio rotundo en el trayecto del agua cuesta abajo, donde ya no fluye el mismo volumen de los años anteriores.

En la parte media de esas paredes emergen conexiones de mangueras, con el fin de llevar agua a los expendios de alimentos y hogares del paraje, donde el líquido satisface el consumo directo, así como la higiene personal y el lavado de utensilios de cocina, por citar algunos.

Ante la demanda de la trucha al gusto, propietarios del lugar también se sirven de conexiones con tubo PVC de gran espesor, lo mismo que de tubería metálica conducida río abajo, a través de “mogotes”, para abastecer estanques y criaderos con agua portadora de oxigenación.

Justo donde convergen el agua del manantial y el río, hay un estacionamiento polvoso para las visitas, quienes gozan el líquido claro, la vista de la cría de trucha y el paisaje montañoso en la comodidad de sillas y mesas, tal vez sin percibir esta discreta afectación al medio ambiente.

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Fotos: José Ángel Gutiérrez.

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