viernes, abril 26, 2024
Opinión

¡Auxilio! Nos han globalizado…

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*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Algunos días atrás me encontraba en casa viendo un noticiero europeo. Cual sería mi sorpresa cuando de repente, un periodista que transmitía desde una locación española, comenzó a narrar el problema de escasez de agua que estamos padeciendo en Nuevo León.

¿Qué? Dije yo, ¿qué te parece? ¡Estamos en las noticias mundiales!

Así está este asunto, resulta que cómo uno de los efectos de la globalización, ─los trapos sucios ya no se lavan solo en casa─, ahora todo, absolutamente todo lo que sucede en nuestra casa, se replica a nivel global.

La globalización es un fenómeno basado en el aumento continuo de la interconexión entre las diferentes naciones del mundo en el plano económico, político, social y tecnológico, inicialmente; pero debemos entender todo lo demás que afecta, comenzando con la cultura propia de cada lugar y claro está que, si la cultura utiliza todo a su alrededor para cumplir su función, así como la moral, revela tanto lo mejor cómo lo peor de cada nación y pueblo.

Por supuesto que esto nos hace presentes a cada uno en particular en la escena mundial, por si no lo habían notado, todos hemos quedado inmersos en la corriente mundial para bien o para mal.

El proceso de globalización comienza en el siglo XX. Esto se debe a un cambio en la estrategia geopolítica de las diferentes potencias económicas mundiales.

La globalización dio paso, por ejemplo, a la creación de la Unión Europea, a partir de este hecho, las fronteras económicas, tecnológicas, políticas y comerciales que dividían a todos los países que la integran han sido eliminadas.

Pero podemos hablar también de las fronteras globales que ha desintegrado el uso de la web, la oportunidad de adquirir cualquier producto, sin importar en donde este se encuentre, ha transformado la vida de los seres humanos.

Lo que más me llama la atención en este asunto es que, ni siquiera la globalización y el aumento de las economías de los países participantes, ha logrado alcanzar la paz mundial. Ni en forma personal y mucho menos global, logramos resolver con inteligencia y amor las diferencias entre los habitantes de este mundo que nos tocó vivir.

Guerras y rumores de guerras, mentiras, engaño, indiferencia, egoísmo, desamor generalizado. ¿Por qué? ¿Qué impide que la humanidad deje de hablar de paz y comience a vivirla realmente?

“Los hombres construimos muchos muros, pero pocos puentes” (Newton).

“La paz comienza con una sonrisa” (Teresa de Calcuta). Una sonrisa dice más que muchas palabras.

“No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla” (Roosevelt). Por ello, debemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños a ser tolerantes y a respetar a los demás.

“La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa” (El Talmud). En esta frase queda claro que la paz es uno de los motores que mueven el mundo.

Jesucristo dijo: “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo.”

Podemos decir o escuchar muchas frases hermosas acerca de la paz, pero si no tenemos paz, tan solo serán eso: frases hermosas y celebres, que fácilmente olvidaremos; es por lo que Jesucristo, no tan solo lanzo una frase, sello una promesa verdadera con el sacrificio que sufrió en la cruz del calvario.

La paz solo puede ser encontrada en el respeto, en el amor y en la verdad, estos tres atributos que definen la gracia de Dios para la humanidad.

Si aprendemos a respetar y ser tolerante con nuestros semejantes, entonces encontraremos la tan anhelada paz.

La paz es una forma de vida, no tan solo una frase hermosa.

Si el mundo debe saberlo, entonces que lo sepa: La paz no es una frase, la paz se busca, se construye y se vive día a día, a tiempo y fuera de tiempo.

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