Bailando contra la pandemia
*Melchor García*
El cierre de salones de fiestas y discotecas le robó el color a miles de personas que aman el baile o cualquiera de sus manifestaciones de danza; dicen los que bailan que “les cortaron las piernas”.
Así lo dice Francisco Javier Bernal Ramírez, mexiquense de 68 años de edad y maestro de baile, que por la pandemia de COVID-19, perdió su empleo tras el cierre del salón donde daba clases.
Hasta antes de la contingencia sanitaria compartía sus conocimientos de cumbia, salsa, mambo, cha-cha-cha, rock and roll, tango, merengue y danzón en un inmueble ubicado en la avenida Nicolás Bravo, en el centro de Toluca.
Tras un año en el que se ganó la vida como pudo, desde hace un mes decidió salir a la calle a mostrar sus mejores pasos y obtener un ingreso; hoy ganándose la vida con un activo artístico y cultural de la Concha Acústica de Toluca.
Con ello cada fin de semana enciende su bocina y comienza a mover el cuerpo al ritmo del Mambo No. 8.
“Bailo porque necesito vivir, he tenido alumnos desde los 6 años hasta los 86. Va todo tipo de gente, obreros, profesionistas, amas de casas, parejas de novios. Varios alumnos que he tenido se han enamorado con el baile y hasta se han casado.”.
Con una trayectoria de 33 años como maestro de baile de salón, Francisco confía regresar pronto a la normalidad para promover este arte y deporte. “El baile es una forma de sentir, es una forma de vivir.”, dice.
Se estima que en el Estado de México, más de cinco mil familias que dependen de alguna actividad artística, hoy severamente afectados por el el paro total de sus actividades.
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