viernes, julio 26, 2024
Opinión

Compasión: De corazón a corazón

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

La empatía es el balance entre entender la emoción que está siendo detonada por una circunstancia en particular. Es un entendimiento que surge de entender no solo la reacción de una persona, sino todo el contexto en donde esa reacción está sucediendo.

Es derivado de entender el momento de vida, las circunstancias, los elementos de personalidad, cognitivos o racionales que dan una mezcla única e irrepetible de circunstancias que detonan una emoción en particular.

Si bien la empatía se refiere, de manera más general, a nuestra capacidad de tomar perspectiva y sentir las emociones de otra persona, la compasión es cuando esos sentimientos y pensamientos incluyen el deseo de ayudar.

La compasión tiene un componente adicional de acción, que es querer aliviar ese sufrimiento. Reconoces el dolor en ti y en los otros, y se genera la motivación a ayudar. Quizás la imagen más apropiada sería “caminar a su lado”. Ingrid Benninghoff Prados. (Más compasión que empatía).

Lo cierto es que la empatía puede contribuir menos al bienestar que lo que hace la compasión.

“Prefiero cometer errores de amabilidad y compasión que hacer milagros de crueldad y dureza.” (Madre Teresa).

Nuestros actos diarios pueden mejorar el mundo o convertirlo en un lugar aún peor, dependerá de nosotros saber tomar las decisiones correctas.

Involuntariamente proyectamos en Dios nuestras propias actitudes y sentimientos hacia nosotros mismos… Pero no podemos asumir que Él siente por nosotros lo que sentimos por nosotros mismos, a menos que nos amemos con compasión, intensa y libremente. (Brennan Manning).

Actuamos hacia los demás, de la misma forma que desearíamos que Dios nos tratase a nosotros. Con nuestra actitud diaria podemos cambiar la vida de otras personas.

La capacidad de gozarnos con quien se goza y de llorar con quien llora esta implícita en la compasión, un valor que no guarda distancia, más bien encara con prontitud cada situación que le es posible.

Jesucristo constantemente fue movido a compasión al ver la necesidad de la gente que le rodeaba y sin esperar nada a cambio, simplemente movido por aquella necesidad latente de hacer el bien, se dirigía a ellos y a ellas con la sola intención de ser motivador y ayuda.

“Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor.”

Por su parte el apóstol Pablo, enseñaba a sus discípulos que era importante en tanto fuera posible, hacer el bien a los demás.

La compasión es tanto un valor como un don, uno que invita no tan solo a ponernos en los zapatos del afligido sino además a caminar juntamente con él o ella, hasta llevarlos a un lugar seguro y de paz.

Este mundo, el que nos toco vivir, es uno que añora la bondad, la misericordia y la paz y valores como la empatía y la compasión son sin lugar a dudas, el pilar de tales acciones.

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