jueves, abril 25, 2024
MunicipiosNacionalesOpiniónPortada

La verdadera paz

Compartir:

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

“Nunca hubo guerra buena ni paz mala.”.

La guerra es un acto de violencia; violencia es la ausencia de paz en el corazón de los seres humanos.

Que insignificante parece en ocasiones la paz, frente a los monstruos consecuentes de la ignominia a la razón.

A paso firme el tiempo cumple su acuerdo, dejando atrás el día, abriendo paso a la noche profunda. Insondable parece la razón cuando hay tanto camino por recorrer.

“Mi paz les dejo, mi paz les doy, mas no como el mundo la da.”. Cuando el Cristo de Nazaret profirió estas palabras, dejaba en claro sus intenciones hacia la humanidad; deshacer las obras del mal y cambiarlas por su amor perfecto y como efecto consecuente sembrar en el corazón de los seres humanos su paz perfecta e inquebrantable.

Paz y amor, amor y paz. El orden de los factores no altera el producto, es una lógica profunda, inconfundible y verdaderamente necesaria.

¿Puede alguien acaso vivir sin paz y sin amor? Probablemente alguien así lo crea, pero el resultado de sus obras dejará ver sus intenciones, así como el resultado de su acuerdo.

“El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”.

La verdadera paz no admite indiferencia, actúa de frente, desecha el egoísmo y la mentira. Más allá de las buenas intenciones, reconoce en cada ser humano, así el grande como el pequeño, ricos y pobres, mujeres y hombres en equidad, un depositario de confianza y oportunidad de ser.

La paz, es uno de los principales valores sociales y es también, eje de uno de los más grandes derechos de los seres humanos: La libertad.

La verdadera paz otorga libertad; somos libres cuando amamos, libres cuando nada nos detiene para ver cumplidos nuestros profundos anhelos, llegar hasta el final del camino sin que nada condicione esa llegada.

La verdadera paz no me roba el sueño, no reprocha, no se queja, me permite ver con claridad la vida, así los aciertos como los errores, lo que ha caído en buena tierra y lo que no paso de los abrojos.

Cuando hay paz en nuestra vida, entonces vivimos en libertad y sin temor alguno.

“El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre.”. Aristóteles.

No puede existir paz sin libertad, ni libertad sin amor.

“La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar el odio, sólo el amor puede hacer eso.”. Martin Luther King Jr.

Nuestro mundo, el que nos tocó vivir, suplica a viva voz por la paz verdadera, una perdurable y sincera, sujeta al amor y dispuesta a dar de sí lo mejor. La paz que solo Dios nos puede dar, una paz sin medida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *