jueves, abril 25, 2024
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Los embates de la vida

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*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Repentinamente, la vida decide golpearnos, sin misericordia, sin culpa; el viento se vuelve impetuoso contra nosotros, el sol palidece, todo se ve gris y la razón oculta de nosotros su rostro. Es entonces, cuando en verdad palidece toda emoción y los pensamientos desvarían, ¿se ha perdido el rumbo? O, es que la noche se aproxima.

Posiblemente uno de los efectos más rastreros de esta pandemia, ha sido la soledad que en nosotros ha quedado, ese sentimiento de inseguridad a causa de lo que hemos perdido y por lo que debimos dejar pasar.

No es en estricto sensu una derrota, pero si, el sentimiento aquel, del niño que tiene que conformarse con solo mirar los dulces detrás de la ventana.

El profeta Isaías compartió esta promesa: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.”.

Si en verdad esperamos salir victoriosos, de tan brusca embestida, es tiempo de sacudirnos la indiferencia y el egoísmo, de ser hermanos y amigos y desear el bien y procurarlo hacia los demás.

Dos opciones por lo menos se presentan ahora; la primera de ellas: Perseverar y la segunda, confiar y posiblemente sea en este que orden que deba realizarse.

Hablando de perseverancia, el apóstol Pablo comparó la vida de los seres humanos a la de los atletas, que cuando están centrados en ganar la carrera, ejercen autocontrol en todos los aspectos de la vida. 

“Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”. Apóstol Pablo.

Perseverancia es sinónima de paciencia y tolerancia, de manera que, ubiquemos en este momento, nuestros pensamientos a una idea central, debemos permitir que este gran valor que es la perseverancia, encuentre un punto de equilibrio, pero no en cualquier pensamiento que al final pueda resultar vano, sino en la fe, en Dios mismo.

Definitivamente, es justo ahora que necesitamos situar nuestros pensamientos y cada uno de nuestros sueños y expectativas en algo mayor que nosotros, que nos permita trascender más allá del tiempo presente, del dolor o el sufrimiento, propio o ajeno.

Lejos, y más aún de nuestros propios límites, y de nuestra fuerza.

Centremos todo esfuerzo en ganar esta carrera, y seguramente ganaremos. Pero, al llegar a la meta, es importante estar listos para seguir caminando y ahora en mejor condición que la anterior.

Esperamos con esperanza la vacuna, que finalmente resuelva esta epidemia, pero epidemia hay una mayor que esta, la de la ignorancia, la mentira, el egoísmo, la maldad, el robo, el acoso, la destrucción.

La vacuna clínica, solo va a curar una epidemia, pero si perseveramos hasta el final y nuestros pensamientos se enlazan como uno, en el amor de Dios, a nuestra familia y a la verdad, entonces, recuperando los valores que nos fueron otorgados como un don, el resto de las epidemias verdaderamente serán curadas.

La segunda opción que presenta el profeta Isaías es la siguiente: “Confiar.”.

Pero la pregunta ahora es clara: ¿En qué debemos confiar? ¿Será que debemos depositar nuestra confianza en los gobiernos? O tal vez ¿en las farmacéuticas?

Un asunto nos ha quedado claro hasta el momento, no han sido ni los gobiernos, ni las farmacéuticas, ni los ricos, ni los poderosos, ni la ONU, ni la OMS, etc. Ningún hombre o institución humana ha logrado brindarnos paz y seguridad.

Me encanto el texto que lleva plasmado, un cuadro que alguien obsequió a mi esposa, en cierta ocasión y dice así: “Si no puedes dormir, no cuentes ovejas, mejor habla con el pastor de las ovejas.”. 

La promesa es clara y el cumplimiento de tal promesa es para nosotros, si en él confiamos, veremos el final del camino, llegaremos a la meta y encontraremos la paz.

Posiblemente este pensamiento sea contrario a los pensamientos de muchos o a su forma de actuar, pero con todo respeto, tan solo pongamos las cosas en la balanza y es así de claro.

“Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, solo será cuestión de tiempo recoger sus frutos.”. Thomas Carlyle (1795-1881) Historiador, pensador y ensayista inglés.

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