lunes, abril 29, 2024
Opinión

Familia

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*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

¿Cuándo fue la última vez que le expresaste a tu familia, cuanto los amas? hay quienes dicen: -Para qué si ya saben que los amo. – Probablemente la siguiente pregunta entonces deba ser la siguiente: ¿Estas seguro que lo saben?

El amor bien alimentado es un amor que crece fuerte, que se alimenta de acciones verdaderas, que es saciado continuamente.

Yo sé que los amo, pero debo asegurarme que mi familia lo sepa con claridad y no solo eso, que lo viva diariamente.

¿Qué hace que los cónyuges dejen de buscarse uno al otro y comiencen a buscar en otros lugares? o ¿Qué hace que los hijos dejen de buscar nuestro apoyo o consejo y lo busquen con alguien más?

“El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará de existir.”

El rey Salomón decía qué no existe nada más importante que guardar nuestro corazón, porque de este emana la vida. Llenar nuestro corazón de buenos tesoros como lo es el amor verdadero, hará de nosotros hombres y mujeres fortalecidos, jóvenes y niños, llenos de ilusiones y motivos de vida y eso solo el amor que se vive a diario que se sabe propio, enriquecido por el amor de Dios, es capaz de lograrlo.

Puedo suponer que mi familia sabe que los amo, pero es mejor no suponer nada, exprésales tu amor, diles con palabras llanas y honestas, así mismo con acciones diarias, cuanto los amas y cuan importantes son en tu vida y verás como las reacciones de alegría y fortaleza no se harán esperar.

Ahora bien; cuando hablo de la familia, inmediatamente llega a mi mente mi cónyuge e hijos y efectivamente ellos representan el primer círculo en el que mi vida se desarrolla día a día, pero, ahora quiero dirigir mi atención a el resto de la familia: Abuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas, suegros y suegras. Permítanme compartirles a manera de testimonio personal, lo que me sucedió hace poco.

Hace tan solo unos meses atrás, mi esposa, mi hijo y yo, nos mudamos de la ciudad de Durango donde vivíamos, a la ciudad de Monterrey. Desde que supe que nos mudaríamos a Monterrey, mi corazón se lleno de inquietud, ya que en esta ciudad justamente tengo familia del lado paterno, que tenía sin ver a muchos de ellos alrededor de cuarenta años, por más increíble que parezca así era, familia con quienes viví una parte importante de mi infancia, a quienes respete y ame profundamente, pero que por asares de la vida fuimos perdiendo contacto involuntariamente y bueno, crecimos en diferentes ciudades, desarrollamos diferentes actividades, nos casamos, tuvimos hijos e hijas y el tiempo corrió sin detener su paso

Desde que llegamos a Monterrey, me he dado a la tarea de buscar a todos mis parientes, para ser honesto, tenemos ya cinco meses viviendo aquí y aun no consigo verlos a todos, pero a los que ya pude contactar y ver, ha sido una experiencia maravillosa volverlos a ver, hemos reído, comido mucho por supuesto, nos hemos abrazado y compartido nuestras historias.

Justamente en estos días pasados, hablando con uno de mis primos, me decía: -Primo, escribe sobre todo esto, compártele esta experiencia a todos los que puedas, porque es necesario que todos sepan lo importante que es la familia. – Y aquí estoy, tratando de compartirles de forma sencilla, lo maravilloso que ha sido, la experiencia de reencontrarme con mi familia.

Pero de nada valdría esta historia, este testimonio personal, si no les compartiera lo siguiente; desde que reencontré a mi familia, a los que ya he logrado encontrar y ver, me he dado a la tarea de expresarles con mucha honestidad, la alegría que me ha provocado verlos, les he expresado mi amor de todas las formas posibles y se los he dicho en viva voz, pero de nada valdría todo esto si no fuera verdadero, si ellos y ellas no lo constatarán y sopesarán realmente.

De nada vale el amor fingido, cuando se expresa y se vive y además se comparte con verdad, entonces es un amor que pasara cualquier tipo de prueba y prevalecerá para siempre, dándonos fortaleza y enriqueciendo maravillosamente nuestros valores personales y de familia.

Quiera Dios que esta misma historia y mejor aun sea replicada en la vida de cada uno de los que lean este texto que comparto ahora. El amor por si mismo tiene tanto que decir, tanto que enseñar y que enriquecer y si es de Dios, tendrá un sello de amor eterno y verdadero.

Que impresionante resulta entonces que pase tanto tiempo sin ver a una persona y no que sea por falta de interés porque no es así, por lo menos no en todos los casos. Pero la vida nos va llevando por distintos parajes y ciertamente algunas cosas salen del control de nuestras manos, lo maravilloso es que así cómo suele decir mi padre, “Esto no se acaba, hasta que se acaba.” Siempre tendremos la oportunidad de restaurar con verdadero interés y amor las relaciones fracturadas o descuidadas con la familia.

Mi consejo si así me lo permiten es el siguiente: ama sin prejuicios, sin medida y siempre con verdad a tu familia en el primer círculo y después a todos los demás, el amor verdadero es siempre oportuno y en estos tiempos de crisis y dolor, no hay como la expresión del amor verdadero en familia.

Amor de Dios, amor que se renueva cada día, amor que se fortalece en sus propias acciones.

Amén.

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